El conflicto entre Rusia y Ucrania es poliédrico y en él se cruzan los aspectos históricos, culturales, geopolíticos y económicos en un escenario de enfrentamiento entre Rusia y la OTAN. Esta gran complejidad requiere también una gran responsabilidad para encontrar una salida pacífica, no solo por parte de los actores directamente implicados, sino también de todos los que pueden tener un papel destacado, como la Unión Europea, para generar espacios de negociación, cooperación y acuerdo.
La rotura de la política de bloques tras la caída del muro de Berlín en 1989 y el paso de un orden mundial bipolar a uno multipolar daba la oportunidad a iniciar los procesos de emancipación nacional y la resolución pacífica de los conflictos desde el diálogo, la cooperación y el multilateralismo. En este sentido, creemos que alinearse con un bloque militar como la OTAN no contribuye a fortalecer esta voluntad de resolver los conflictos de manera pacífica y dialogada.
La sociedad catalana está comprometida con la paz y con la resolución no violenta de los conflictos, tal como mostró con Bosnia ante el conflicto de los Balcanes, ante la Guerra de Irak, o las movilizaciones a favor de la acogida de refugiados hace ya cinco años por la Guerra de Siria.
Por ello, y dando respuesta a este anhelo, desde el municipalismo solidario creemos que hay que contribuir a desescalar el conflicto y apostar por la desmilitarización de la zona y por el establecimiento de un diálogo enfocado a la construcción de paz.
Es imprescindible, por descontado, la condena de la invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, que ha traído violencia contra la población civil y una migración masiva, generando una crisis humanitaria en Europa que debemos atender.
Apelamos a la comunidad internacional a adoptar un papel de mediación para preservar la vida y los derechos humanos de la ciudadanía de la región. Porque siempre las pagan los mismos: ¡No a la guerra!
