Abrir el grifo: la dificultad de un gesto cotidiano

Por Emilio Sánchez, historiador y militante del partido

A finales de los años 60, un gesto tan cotidiano como el de abrir un grifo se volvió una pesadilla para los vecinos y vecinas de la Ciudad Satélite Riera-Marsà, actual Montornés Norte. Los habitantes del barrio montornesino se encontraban con dos problemas en relación al agua que abastecía a las viviendas.

La primera fue la baja presión con la que llegaba a las casas y los innumerables cortes de suministro que se daban. Además, también había dificultad para hacer que el agua llegara a los pisos superiores de los bloques, de hasta cinco plantas. 

La segunda, aún más grave si cabe, fue la contaminación del pozo que abastecía a la Ciudad Satélite de agua. Este pozo fue contaminado por una fábrica de tintes situada unos metros más arriba y provocó que el agua de los grifos saliese cada día de un color distinto, haciéndola no apta para el consumo humano.

Ni el promotor del barrio Nicolás Riera-Marsà ni el consistorio franquista de Montornès se hicieron responsables de esta problemática. La única alternativa que se les ofreció a los vecinos fue la de abastecerles con unas cubas de agua en las que, tras largas colas, se podía conseguir llenar unas cuantas garrafas.

Esta gran problemática, sumada a las que ya tenía el barrio desde su construcción –la no urbanización de las calles o la falta de servicios públicos básicos– provocó la organización vecinal en la Asociación de Presidentes de Bloque y Escalera y su dirección, la Comisión Permanente.

Esta asociación tuvo varias líneas de actuación, desde los escritos formales y las reuniones con la administración hasta la suspensión de pagos masiva y las movilizacones vecinales.

Gracias a esta asociación y al trabajo comunitario de la clase trabajadora de Ciudad Satélite se consiguió poner fin a muchos de los conflictos del recién creado barrio montornesino, entre ellos el del agua.

Fue también esta entidad la que supondría la primera piedra en el camino de lo que años más tarde sería algo cada vez más común, hasta nuestros días: el movimiento vecinal. Podemos decir que la lucha de toda una generación de gente humilde nos ha dado cosas tan sencillas y cotidianas como la de abrir el grifo para tener agua potable.

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